El 2020 ha sido un año extraño para el mundo entero. El desempeño de la economía mundial y la pandemia de COVID-19 está provocando la reconfiguración de nuestras rutinas y nuestros modelos de trabajo. Hoy más que nunca un protocolo de ordenamiento y transferencia de datos se vuelve indispensable para cualquier organización, pues la implementación del trabajo a distancia se acaba de convertir en un factor determinante para el desempeño productivo de cualquier empresa o proyecto, la Industria de la Arquitectura, Ingeniería y Construcción (AEC) no es la excepción.
Hablando de protocolos de configuración de información en la AEC, sabemos que en 1975 Chuck Eastman ya había planteado los principios para la creación de un Sistema para la Descripción de las Edificaciones (BDS), esto ha servido como antecedente para lo que hoy conocemos como Modelado de Información para la Construcción (BIM), una tecnología probada ampliamente a nivel internacional que podría representar la mejor solución a los retos que esta nueva década parece introducir al trabajo de los profesionales de la construcción. Pues, aunque su desarrollo es previo a la era del internet, sus flujos de trabajo contemplan la transferencia de información entre las diferentes especialidades encargadas en un proyecto, algo que naturalmente debe contemplar el trabajo a distancia.
En Latinoamérica, las tecnologías BIM se han implementado con lentitud, sin embargo, sabemos que su adopción generalizada es inminente gracias al interés que un sinfín de instituciones públicas y privadas han mostrado en uno o varios procesos BIM para complementar o sustituir sus flujos de trabajo. Además, existe un largo listado de razones por las cuales el uso de esta tecnología en diferentes niveles de la industria, tanto en el sector público como en el privado, sería benéfico en términos económicos, ambientales y sociales.
Es importante mencionar que el uso de BIM, como cualquier nueva tecnología, conlleva la automatización de procesos, sin embargo, el sentido común y la capacidad racional del ser humano jamás va a poder ser reemplazada por la capacidad computacional de una máquina, por lo que debemos enfocar el talento humano a tomar las decisiones de valor y criterio en lugar de utilizarlo para cálculos que pueden ser automatizados.
Hay que tener en cuenta que la automatización de los procesos computacionales depende de una correcta organización de la información; para esto existen diferentes estándares y, en general, toda industria busca la correcta organización de la información para su procesamiento. BIM existe en este contexto, es una herramienta que más allá de darnos un modelo tridimensional, nos da la posibilidad de insertar y manipular datos específicos de los objetos que representamos en estos modelos. Hay que tener en cuenta que la implementación BIM es, en sí mismo, sujeto de investigación y desarrollo académico e industrial, y que la configuración y protocolos de transferencia de información existen dentro de un programa de implementación BIM específico para cada organización. Esto no debe alejar a los profesionales de la AEC de introducir en sus procesos la tecnología BIM, pues existen estándares internacionales claros que sirven como guía para complementar los flujos de trabajo existentes, desde procesos y configuraciones básicas con un mínimo de herramientas, hasta la implementación a profundidad en todos los procesos de una misma organización.
Entendiendo los niveles de adopción BIM que puede alcanzar una organización, tendremos una visión realista de lo que se puede lograr en términos de optimización de procesos. Cuando hablamos de BIM solemos escuchar que da la posibilidad de llevar un registro detallado e informar oportunamente el impacto de los cambios a proyecto, que se pueden identificar interferencias entre especialidades, que genera calendarios de trabajos y una lista interminable de beneficios, es verdad, la tecnología BIM es maravillosa, sin embargo, esas son actividades que requieren tiempo y recursos a los que muchas veces no tiene acceso el equipo de desarrollo de un proyecto. Hoy en día existen soluciones para llevar estos trabajos con mucha mayor velocidad que se basan en machine learning y permiten acortar los flujos de trabajo. Nuevamente hablamos de una estructura racional de la información, pero esta vez podemos apoyarnos en el poder computacional de software que utiliza datos previamente establecidos para calcular optimizaciones en el uso del espacio, impactos por cambios en proyecto y hasta posibles violaciones a los sistemas de clasificación que se utilizan internamente en el modelado.
La presencia de BIM en la etapa constructiva no es poca, el monitoreo de operaciones y los protocolos de seguridad e higiene en obra suelen tener un limitado número de instrumentos de control y supervisión, gracias a las TIC, podemos tener comunicación directa con los modelos de información de forma remota y así, reducir los flujos de transferencia de información, esto permite tomar decisiones de forma expedita e independiente de la accesibilidad del equipo de planeación. Más allá del acceso a información in situ, este es el año en que el uso de mecanismos de trazabilidad de personal, equipo y materiales tomará importancia. El manejo de personal deberá contemplar protocolos de seguridad e higiene mucho más estrictos con nuevas medidas para la prevención y atención de contagios.
Las cámaras de video son quizás uno de los mecanismos más sencillos de implementar en el manejo y supervisión de obra, en muchos casos ya son parte del flujo de trabajo y pueden ser un instrumento muy valioso en el manejo de personal. Con el uso de inteligencia artificial, el monitoreo de cámaras de video permite identificar riesgos, hacer ajustes en los protocolos de seguridad y hacer análisis predictivo. Y, con una correcta estandarización de los uniformes de trabajo, es posible realizar la trazabilidad de personal y complementar el análisis de rendimientos gracias a sistemas que ya se encuentran en el mercado. Sin embargo, estas aplicaciones siguen sin tener un impacto directo e inmediato en el comportamiento del personal en las zonas de trabajo, para esto, existen dispositivos conocidos como wearables que cada trabajador carga en todo momento dentro de la zona de trabajo y permite, a través de alertas sonoras y lumínicas, crear barreras virtuales que restringen el acceso a determinadas zonas, identifican zonas de riesgo o incluso monitorean el cumplimiento de las medidas de distanciamiento social entre trabajadores para evitar contagios.
Nuestras dinámicas de trabajo van a cambiar a raíz de la pandemia por COVID-19, la forma en la que monitoreamos los protocolos de seguridad e higiene se va a ver afectada y debemos hacer uso de las tecnologías disponibles. Nuestra industria suele ser renuente a adoptar nuevas tecnologías, pero debemos aprovechar esta oportunidad para acercarnos al manejo de información y beneficiarnos de las bondades que la era tecnológica puede ofrecer. El trabajo a distancia y el monitoreo inteligente del personal en obra tienen el potencial para ser el motor que acelere la adopción de nuevas tecnologías en la AEC.